Siento que cumplí con mi deber cívico, como propietario de un negocio. Déjame explicarte, esta hermosa joven llamada
Layla London entró a la tienda y me contó una larga historia entre sollozos. Me dijo que su familia estaba a punto de perder su granja y que quería deshacerse de una caja de cigarros cubanos. Entiendo totalmente su situación, los subsidios del gobierno se están agotando y todo eso (leo el periódico de vez en cuando). Me considero un hombre de la gente. De vuelta a la chica, está jodidamente caliente.